A las puertas de las las decisivas elecciones decisivas al Parlamento Europeo de junio de 2024, Europa mira hoy con miedo a la inmigración. La cuestión de la inmigración (más de 286.000 llegadas irregulares a Europa en 2023 según la OIM) se ha convertido en un asunto central para la política europea: en un instrumento para ganar o perder elecciones. El ascenso de partidos de ultraderecha o de corte nacional-populista en importantes países receptores de migrantes mayoritariamente de origen africano, como Italia (caso Lampedusa: 153.000 llegadas en 2023) o España (Canarias: 40.000), se debe en parte a una hábil explotación del miedo a este fenómeno. Gobiernos, administraciones, o medios de comunicación han ido construyendo discursos de una “Europa fortaleza” frente a África, que tienen éxito entre amplios sectores sociales, en especial las clases medias y trabajadoras de los países europeos, a pesar de que, según Naciones Unidas, solo alrededor de una cuarta parte de los africanos que emigran lo hacen a suelo europeo.